Crispados, crispados...

La política en nuestro país se conduce por enconados derroteros. Lo vivimos todos –hasta los más desafectos, que van engrosando la lista por esa causa-, lo sentimos, lo palpamos… hasta que ha llegado el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y lo ha certificado en una entrega demoscópica, de casi dos mil trescientas sesenta entrevistas, un trabajo de campo hecho entre el 26 y el 29 de abril pasados, fechas en las que el caso ‘Pegasus’ se desarrollaba a ritmo vertiginoso y era aprobado de forma ajustada el decreto gubernamental para mitigar las repercusiones económicas de la guerra en Ucrania.

Crispados, crispados...
Nueve de cada diez españoles esperan más de sus representantes políticos

Por Salvador García Llanos

Nueve de cada diez españoles esperan más de sus representantes políticos. Es una de las conclusiones del estudio, en el que un 86 % de los encuestados contestaron que en España había mucha o bastante crispación política. Ese porcentaje es abrumador, por lo que son consecuentes los referidos a a la existencia de una tensión moderada (6,9 %) o nula (1,2 %).

No sale bien parado el PSOE, cuando los consultados señalan que, con un 10,8 %, es uno de los partidos responsables de ese predominante clima de tensión y tirantez, junto a la ultraderecha que encabeza (11,5 %) esa tabla clasificatoria en la que el Partido Popular (PP) es tercero con un 6,26 %, a la hora de repartir responsabilidades. Más atrás, Unidas Podemos (4,9 %) y las organizaciones independentistas. Bien es verdad que en este apartado destaca que el 46,3% de los encuestados aseguraron no tener la suficiente información sobre el tema, no creían que hubiese crispación política alguna en España o no señalaban directamente a los políticos como responsables del problema.

Pero, pese a este alto porcentaje, los partidos afectados deberían reflexionar seriamente sobre esta percepción. Malo –lo venimos diciendo insistentemente- que la ciudadanía aprecie de forma tan negativa esa consideración: los partidos, responsables. Si nueve de cada diez españoles esperan más de sus dirigentes políticos, es claro que no lo están haciendo bien. Eso es muy negativo para la democracia. Según la encuesta del CIS, están hartos de esa crispación. Esperan que bajen el tono, que lleguen a acuerdos y que resuelvan cuestiones clave para el futuro del país como son el precio de la energía, la lucha contra la violencia de género y los desafíos consecuentes de los sucesos de Ucrania, donde la prolongación del conflicto es una baza en contra. Porque hay que reconstruir, claro, y eso influye en los órganos de la Unión Europea (UE) que está obligada moralmente a contribuir en ese desafío.

Seis de cada diez españoles entienden, pues, que los partidos políticos y sus representantes, entre las diferentes sensibilidades ideológicas, son responsables de tanto exabrupto y de tanta descalificación, factores que alimentan la crispación.

Claro que no se quedan descolgados los medios de comunicación, a los que se atribuye en la consulta del CIS un 13,7 % de responsabilidad. Si antes pedíamos una sesuda reflexión a las organizaciones políticas, las empresas y los terminales mediáticos tendrán también que hacérselo mirar. Si la convivencia política es difícil, hay que hacer todo un ejercicio de tratamientos y líneas editoriales equilibrados. Cada cual es libre de trazar tales líneas y defender los intereses con los que se siente comprometido, pero debe ser consecuente con el papel que, en un sistema democrático, le está reservado, sobre todo cuando hay amenazas en redes sociales y en medios o ventanas donde la desinformación y los bulos cabalgan a lomos desbocados porque sienten que nada puede detenerles.

En fin, que si estamos crispados, crispados, un poco de sosiego, cordura y madurez vendría bien a todos.