De un modo enigmático

El acto de presentación del libro no fue, precisamente, un enigma. Se conjugó el esfuerzo de los cuatro intervinientes para esclarecer los presupuestos de los que arrancó el autor y para ir asimilando las primeras interpretaciones de la obra.

De un modo enigmático
De un modo enigmático, editado por Franz (Madrid, 2021), veinticuatro textos escritos entre 2016 y 2019, una desembocadura de experiencias personales, de sensaciones, de incursiones, de emociones imaginativas y palpables y de remembranzas estimulantes

Era viernes y la avenida Colón era un hervidero, el ambiente recordaba al Puerto más cosmopolita, un ir y venir incesante de nativos y turistas. Abajo, en lo que un día fuera el Lido San Telmo, uno de los primeros locales señoriales del Puerto y de la isla, ahora recuperado por el gobierno local para seguir propiciando la actividad cultural que en este mandato ha alcanzado niveles sobresalientes; abajo, nos acercábamos a los relatos de Rafael José-Díaz, agrupados en el tomo titulado De un modo enigmático, editado por Franz (Madrid, 2021), veinticuatro textos escritos entre 2016 y 2019, una desembocadura de experiencias personales, de sensaciones, de incursiones, de emociones imaginativas y palpables y de remembranzas estimulantes.

Y allí nos encontramos con el catedrático de Literatura, Nilo Palenzuela; con la periodista Raquel Toste; el artista Jesús Hernández Verano y el propio autor, claro. El crepúsculo se agotaba en el horizonte, pero la descripción del profesor Palenzuela invitaba a descubrir las claves de los enigmas que se acumulaban, de forma esmerada, en la escritura, el lenguaje y la reflexión intimista de Rafael José Díaz.

Las fue despejando, con sus atinadas preguntas, Raquel Toste, exploradora de lo enigmático, de los espacios intermedios y periféricos, deambulando al filo de la realidad “entre las rendijas de los días, entre las celosías de las horas, [donde] fueron colándose palabras” que el autor debía ordenar.

Por esas rendijas entró la refrescante brisa de la creatividad gráfica de Hernández Verano quien recordó los primeros tiempos en Madrid, junto al autor. La búsqueda, el ensayo, lo onírico, los saltos a ver qué pasa. Estaban fabricando el sello propio de la calidad. La portada del libro, por cierto, una imagen gráfica suya perteneciente a una serie titulada Desfiladeros del sueño (2019), realizada en técnica mixta sobre papel, de la que se incluyen en el libro hasta seis piezas en un diálogo lírico y profundo con los relatos del escritor.

Rafael-José Díaz explicaba, acaso como invitación indirecta a la lectura, las claves de un libro que “es un ejercicio de imágenes desordenadas que había que articular, posibilidades de enigmas que era necesario desentrañar para dejarlos brillar de un modo aún más enigmático”. Las imágenes, los restos de lo vivido en aquel camino nevado, en la profundidad de febrero, se entrecruzan con una prosa exquisita, “como máscaras intercambiables por un rápido instante” o “irisaciones de un febrero sin sol”, que llena los contenidos de un libro cuyas secciones atraen sin cesar.

Claro: fueron escritas De un modo enigmático.