El acusado de matar a su ex en Santa Úrsula, a una amiga: “Me la voy a quitar de encima”

El acusado de matar a su ex en Santa Úrsula, a una amiga: “Me la voy a quitar de encima”
EFE

El hombre acusado de asesinar a su expareja sentimental en Santa Úrsula (Tenerife) en julio de 2020 anunció a una conocida un mes antes del crimen que estaba "amargado" y "harto" y que se iba a "quitar de encima" a la víctima, quien por su parte se sentía amenazada por aquel.

En la segunda jornada del juicio que se celebra en la sección quinta de la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife, esta testigo, María Candelaria, que es sobrina segunda del acusado, José Miguel Q.T., ha relatado que tras escuchar estos comentarios no pensó que en realidad fuera a matar a Carolina F.M.

No ha corroborado en la vista oral lo que dijo en primera instancia en sede judicial, según han recalcado el fiscal y la acusación popular, ejercida por el Instituto Canario de la Igualdad: que el acusado también le avisó que se quería "deshacer" de la víctima, y ha dicho ignorar si tenía planeado el crimen.

A esta mujer recurrió José Miguel, alias 'el pingui', una vez hubo matado a su ex, al igual que a otras personas, pero ante la gravedad de los hechos y tras decirle por teléfono que lo ayudarían "lo dejaron tirado", ha manifestado el jefe de la unidad de Policía Judicial de la comandancia provincial de la Guardia Civil.

Este testigo, que dirigió la investigación policial, ha indicado también que el acusado le dijo que la mató porque ella le anunció que lo iba a denunciar.

Tras sus desesperados intentos, José Miguel solo recibió el apoyo de Jonay M.V., a quien le dijo una vez fue a su casa: "me la cargué", y luego lo llevó hasta el garaje y le mostró el cadáver, tras retirarle la sábana que le había colocado encima.

Al acusado, que en todo momento estuvo "tranquilo", le aconsejó que se deshiciera del cuerpo o que se entregara.

Su ayuda, según ha contado este testigo, se limitó a tirar a la basura unas bolsas cuyo contenido dijo ignorar y que la Guardia Civil sospecha que eran sábanas y mantas manchadas de sangre y otros restos de la víctima.

Jonay M.V., que está procesado por un delito de encubrimiento, no fue a denunciar al cuartelillo lo sucedido sino a un bar "a tomar un croissant y un whisky", y allí le contó a varias personas lo que había presenciado, y fue el encargado el que llamó a la Guardia Civil.

También ha declarado este martes Fernando M.G., exnovio de la víctima, a quien acogió durante unos días después de que el procesado fuera condenado por sendas agresiones y el juzgado dictara una orden de alejamiento.

Este testigo ha indicado que sabía que a pesar de todo se seguían viendo en la casa de José Miguel, y que ella le dijo que "tenía el presentimiento de que la cosa no iba bien" y que "temía por su vida".

Estela, hija de la víctima, ha relatado al tribunal del jurado protegida por un biombo que su madre no le contó nada de las agresiones, que supo por su padre, y que tampoco quiso que la viera porque "tenía la cara llena de moretones".

Por teléfono, notó que su madre la intentaba "dejar al margen" sobre los episodios de violencia que sufría a manos de su pareja y que la notó "un poco rara".

Hablaba con ella casi a diario, y de repente dejó de contestarle a los 'whatsapp' hasta que finalmente dejaron de llegarle los mensajes, lo que hizo saltar las alarmas.

Alfredo G.M., padrino de la chica, que por entonces tenía 18 años, y a su vez amigo íntimo de Carolina, ha corroborado que ella "tenía miedo" al procesado y que éste la amenazaba con hacerle daño a su familia.

Ha deslizado que José Miguel "tenía celos" de la buena relación que mantenía con Carolina, quien a veces lo llamaba "a escondidas" para que la fuera a buscar a casa del procesado, pero "al día siguiente volvía otra vez".

Ha indicado que a la víctima le dijo en más de una ocasión que no le gustaba el novio que se había echado y que no le parecía "buena persona".

Dos agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil han señalado que José Miguel estuvo "tranquilo" durante las 72 horas que estuvo detenido, y que tampoco mostró señales de arrepentimiento ni que estuviera bajo el síndrome de abstinencia.

Han revelado, eso sí, que cuando estaba en los calabozos intentó estrangularse con un calcetín.

También han coincidido en que la confesión del crimen no fue espontánea, pues de hecho en un principio declaró que hacía días que no veía a Carolina.

Pero los agentes le hicieron ver que sabían más datos que los que él intentaba ocultar, por lo que se vio "abocado" a contar lo sucedido.

"Confesó porque se vio en una situación insoportable. No podía mantener más sus mentiras", ha dicho el subteniente encargado de la investigación policial.

A partir de ahí se mostró colaborador, contó cómo mató a su ex, practicándole un 'mataleón', cuyas características y consecuencias explicó a los agentes de la Guardia Civil, y los llevó hasta la fosa séptica donde había metido el cadáver.

El fiscal, que al igual que la acusación popular, pide para el acusado 20 años y 9 meses de cárcel, aprecia la circunstancia atenuante de confesión, además de la agravante de parentesco.

La acusación particular eleva su petición a los 28 años de prisión y añade un delito más, el de violencia de género habitual. EFE