Noticias falsas: claves de identificación

Un número creciente, para empezar. Y un nivel de complejidad y elaboración por parte de quienes las producen, cada vez más elevado. O sea, que cuando se trata de identificar las noticias falsas o bulos –tarea de la que no hay que cansarse de hablar mientras sean detectados y circulen- estamos ante un ejercicio de responsabilidad ética. Hay que perseverar en la lucha: la desinformación también se expande en medio de un clima de impunidad verdaderamente preocupante.

Noticias falsas: claves de identificación
La primera, contrastar. Hay que analizar siempre el medio y la fuente de información. Colar la falsedad es fácil, concluyen muchos editores.

Por Salvador García Llanos

Y eso que, de acuerdo con la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI), “el principal riesgo no reside solo en la desinformación, sino que muchas vienen acompañadas de enlaces que nos llevan a páginas webs maliciosas o webs falsas mediante las cuales, los atacantes tratarán de hacerse con nuestras cuentas de usuario o conseguir que descarguemos algún archivo infectado”. El objetivo es claro: lo que buscan es provocar reacciones e interacciones. 

Para fijar posiciones, una información falsa pretende, ante todo, llamar la atención. La OSI señala que la finalidad es clara: engañar. “Su contenido polémico genera la indignación o el interés de la sociedad en general, que provoca que los usuarios suban sus propias historias, reacciones e interactúen con los contenidos compartidos y producidos, tanto por medios de información como por otros usuarios”. 

Tengamos en cuenta, por tanto, las recomendaciones que la misma Oficina traslada.

La primera, contrastar. Hay que analizar siempre el medio y la fuente de información. Colar la falsedad es fácil, concluyen muchos editores. Porque uno de los trucos es incluir los enlaces [en los casos en los que se ponen, que en muchos ni se hace] al final del texto, que es donde llega el menor número de personas. De esa forma, si solo lees dos o tres párrafos, nunca harás clic en los enlaces para comprobar que son reales. También se puede contrastar el perfil propio, es decir como autor que firma la información o la pieza, como se dice ahora.  Se debería mirar si el autor ha publicado otras informaciones sobre el tema, si la “reputación” como periodista le convierte en un profesional fiable. Hay que descartar que esté suplantando a otro medio con buena reputación.

La segunda es revisar. En concreto, revisar la URL (siglas de las voces inglesas  Uniform Resource Locator) que es la dirección única y específica que se asigna a cada uno de los recursos disponibles de la World Wide Web para que puedan ser localizados por el navegador y visitados por los usuarios. Es decir, cada vez que navegas por internet, las URL van contigo. Si aún no se tiene del todo claro qué son, para qué sirven y, sobre todo, cómo pueden ayudar en el posicionamiento web de tu marca, hay que prestar atención a lo que sigue. 

Al revisar la URL, aclara la OSI, se puede descartar que se trate de una web que esté suplantando la de otro medio digital con buena reputación. Podemos mirar si dispone de un certificado de seguridad y si empieza por HTTPS. 

Otra recomendación es leer el texto completo y no dejarse llevar por el titular. Es la tercera de las recomendaciones. Los bulos suelen utilizar los que son más polémicos o buscan relacionarlos con personajes famosos para captar la atención. Si luego se cuenta a un tercero, él no sabrá que no es real y no ha sido contrastado.

Y, aunque se cite la fuente, hay que comprobarla. Por ejemplo, si yo en esta entrada se hubiese escrito que se trataba de una publicación de la Agencia de Ciberseguridad e Inteligencia Artificial Aplicada del FBI e incluso si hubiese incluido un enlace a esa supuesta institución, se debería haber realizado una búsqueda en Google, por ejemplo, para ver qué resultados aparecen.

Otra buena práctica que recomienda la OSI es “buscar el titular o el autor de la noticia y ver si otros medios se hacen eco de la misma o la desmienten”. También es bueno fijarse en si contiene “malas traducciones, errores ortográficos y gramaticales o incluso el uso de imágenes con poca calidad”. Es común que los bulos se apoyen en imágenes y vídeos manipulados.

En efecto, su impacto es poderoso. La imagen es clave, desde luego. Y son precisamente las fotografías y los elementos gráficos otro de los aspectos que hay que tener en cuenta. “Es común que las noticias falsas y bulos se apoyen en imágenes y vídeos que han sido manipulados previamente para darles mayor credibilidad”, advierte la OSI.

En ocasiones, esta manipulación pasa por la edición de algún elemento destacado del vídeo o imagen, mientras que en otras se basa en realizar un montaje para que aparezca un personaje público o famoso. En este último caso, es común el uso de la tecnología deepfake (videos ultrafalsos) para conseguir resultados casi perfectos”, añade la Oficina. Para hacer ese análisis, recomiendan dos herramientas: Google Imágenes o FotoForencsics.

Según las fuentes consultadas, no nay que fiarse de “últimas horas” ni de “comunicados oficiales”.

Finalmente, otra opción que se recomienda es utilizar todas las herramientas que pone a disposición VerificaRTVE, que van desde archivo de páginas web para comprobar versiones anteriores, hasta herramientas de análisis forense de imágenes o extracción de metadatos. También se puede seguir el progreso de una historia hasta convertirse en viral o proteger el correo electrónico o si el teléfono está en listas de spam.

Desde la corporación pública, según puede leerse en elplural.com, advierten de la cada vez más frecuente práctica de desinformación: “Última hora, exclusiva o urgente son expresiones habituales que se utilizan para animar a compartir contenido sin valorar aspectos como su fiabilidad o el origen de los mismos. Si se percibe algún fallo en la información, cabe pensar  que es por las prisas. Comunicado oficial o nota de prensa son fórmulas o construcciones lingüísticas que tampoco garantizan la veracidad de un mensaje digital”, explican.

En estos casos, recomiendan comprobar si los medios especializados en el tema se hacen eco de la noticia y acudir a las webs de las empresas o entidades supuestamente emisoras de esos comunicados para comprobar si es real.