El área de Igualdad del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, bajo la dirección del edil David Hernández, presentó recientemente en la Biblioteca Municipal los resultados del informe titulado «No seas cómplice de las violencias machistas». Este estudio se elaboró a partir de un cuestionario aplicado a 246 personas, incluyendo estudiantes de centros educativos del municipio y ciudadanía en general, en el marco del 25N.
Sandra Bacallado, técnica de Igualdad, expuso los datos recogidos, que abordan temas como la violencia sexual, el consentimiento, los mitos patriarcales y la percepción de los roles de género. El análisis de las respuestas evidenció preocupantes creencias, especialmente entre los varones, que legitiman, minimizan o justifican actos de violencia sexual.
Un aspecto destacado es la percepción del deseo sexual masculino y la supuesta dificultad de los hombres para controlarlo. Un 30,28% de las mujeres encuestadas está totalmente de acuerdo o de acuerdo con la idea de que los hombres sienten más deseo sexual por naturaleza, lo que les hace más difícil controlarse. Sin embargo, un mayor porcentaje de mujeres, el 45,07%, está totalmente en desacuerdo, mientras que el 24,65% se muestra en desacuerdo. Entre los hombres, el 13,59% está totalmente de acuerdo y el 34,95% de acuerdo, sumando un total del 48,54% que apoya esta creencia. Solo el 18,45% de los hombres está totalmente en desacuerdo.
Estos resultados reflejan cómo el mito del deseo sexual masculino irrefrenable sigue presente y puede ser usado para justificar agresiones sexuales. Esta creencia naturaliza la idea de que los hombres actúan impulsivamente ante ciertos estímulos, situando su conducta fuera de su responsabilidad individual.
David Hernández, quien también es el primer teniente de alcalde, inauguró la presentación del informe y explicó: «Este estudio diagnostica lo que piensan los jóvenes y adultos de Puerto de la Cruz. Desgraciadamente, los mensajes de odio siguen avanzando, y por eso seguimos trabajando en la defensa de los derechos de las personas y enfrentándonos a la violencia machista».
Otro dato revelador del cuestionario es la concepción del consentimiento en las relaciones sexuales. Aunque la mayoría reconoce su necesidad, un significativo 30% de los hombres considera que no es necesario. Esto demuestra una preocupante falta de educación afectivo-sexual y una tendencia a no reconocer la voluntad y autonomía de la otra persona, lo cual puede derivar en situaciones de abuso. Muchas de las personas encuestadas no saben que el consentimiento es igualmente necesario dentro de una relación estable, lo cual invisibiliza agresiones sexuales en el ámbito íntimo y doméstico.
El informe también denuncia la persistencia de mitos sobre las causas de las agresiones sexuales. Un 48% de las mujeres y casi un 72% de los hombres creen que los agresores actúan por causas como enfermedades mentales o consumo de alcohol o drogas, desviando la responsabilidad a factores externos. Además, un 38% de los hombres cree que la mayoría de las denuncias son falsas, frente a un 11% de mujeres que piensa igual. Este dato demuestra cómo el discurso de la sospecha hacia las víctimas ha calado entre los jóvenes, especialmente varones. Esta narrativa es parte de la cultura de la violación, ya que cuestiona la palabra de la víctima y la responsabiliza, mientras se centra en las consecuencias para el agresor.
Una tendencia igualmente preocupante es la culpabilización de las víctimas. Entre los varones, persiste la idea de que las víctimas podrían haber evitado la agresión tomando precauciones. En general, las mujeres muestran mayor sensibilización, empatía y solidaridad hacia las víctimas que los hombres. Esto sugiere que las políticas de igualdad y educación en valores calan más profundamente en el grupo femenino, mientras que en los varones aún queda mucho por hacer.
En conclusión, el cuestionario evidencia que, a pesar de los avances en sensibilización, persisten actitudes y creencias profundamente machistas, especialmente entre los varones, que perpetúan la violencia sexual. Es urgente continuar trabajando en educación sexual integral con perspectiva de género, promoviendo el consentimiento, la empatía, la responsabilidad afectiva y la deconstrucción de estereotipos patriarcales que aún permean el imaginario colectivo.