Las Palmas de Gran Canaria (EFE).- La delegación en Canarias de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha denunciado este lunes la «angustia institucional insostenible» que ejerce el «inservible», por sobredimensionado, sistema de protección internacional español respecto a los menores que migran solos.
Así lo ha puesto de relieve, en la presentación del informe anual de la ONG su coordinador en Canarias, Juan Carlos Lorenzo, quien ha aludido al reto que implica para el sistema dar la debida protección internacional a los menores que migran solos, que representaron una de cada siete de las 46.843 personas llegadas a este archipiélago en 2024 a bordo de cayucos y pateras.
El pasado año se registraron en Canarias 7.667 peticiones de protección internacional, 954 menos que el anterior, lo que CEAR explica por las «trabas» al acceso al derecho de asilo que encuentran los solicitantes, que fueron mayoritariamente venezonalos, colombianos, malienses y senegaleses.
La tasa de reconocimiento de esta protección internacional se sitúa a nivel nacional en un 18,5 % de los expedientes que se resuelven en el año natural, muy alejada de la media europea, que es del 46,6 %, remarca CEAR, que desconoce cuáles pueden ser las cifras de Canarias, aunque sí constata grandes diferencias por islas en el acceso al procedimiento debido a las diferentes dificultades que encuentran los solicitantes para conseguir una cita.
Así, mientras en Tenerife hay que esperar doce meses para obtener el volante de la manifestación de voluntad de solicitar asilo en España, que se ha de solicitar por correo electrónico, plazo al que se ha de sumar otros tres meses para poder formalizar la petición, en Gran Canaria se tarde de media un mes para el primer trámite y dos más para el segundo. Y en Lanzarote y Fuerteventura el primer volante se obtiene en una semana.
CEAR relaciona esta disparidad con las diferentes formas de funcionar que se dan en unos sitios y en otros, por lo que aboga por que exista «una unidad de acción» a la hora de tramitar estos expedientes.
No obstante, asegura que las solicitudes de asilo de personas malienses, guineanas y peruanas a las que acompaña la ONG en Canarias son aceptadas casi en un cien por cien de los casos.
Niños solicitantes de asilo
A juicio de Lorenzo, el sistema no está adaptado a la nueva realidad de la infancia que migra sola y debe orientarse a ella, ya que no basta con ofrecer plazas de acogida temporal, tal y como ha explicitado el Tribunal Supremo de forma tajante en su último pronunciamiento al respecto.
Además, el coordinador de CEAR en Canarias ha recalcado la necesidad de atender la realidad de los menores extutelados porque es «poco inteligente» tener un sistema de protección que «invierte mucho» en los menores que piden asilo y a los que luego «no puede absorber» cuando llegan a la mayoría de edad, lo que convierte casi en «albergues juveniles» muchos centros de la red nacional, como alguno que gestiona esta ONG, debido a la cantidad de jóvenes que conviven en ellos.
Lorenzo también ha llamado la atención sobre el arraigo que han contraído muchos menores solicitantes de asilo con el territorio en el que siguen viviendo cuando dejan de serlo, un factor que debe ser tenido muy en cuenta a la hora de asignarle una plaza en el sistema nacional de asilo en lugares donde tengan que empezar otra vez de cero, una casuística que afecta a muchos de los llegados a Canarias.
En la presentación del informe anual de CEAR que ha acogido este lunes el Cabildo de Gran Canaria ha intervenido Fallou, un joven senegalés de 20 años que llegó solo a Canarias el 26 de julio de 2023, cuando aún era un niño, en una patera junto a otras 103 personas.
Tras pasar por varios centros de acogida, como el Canarias 50, en Las Palmas de Gran Canaria, y formarse luego como electricista y aprender el español, espera formalizar en noviembre su asilo en España y poder en el futuro formar una familia, si bien su deseo no es quedarse en estas islas.
El joven, que forma parte del club de lucha canaria Castro Morales, ha explicado que en Senegal era pescador, pero tuvo que marcharse porque con esta actividad trabajaba todo el día pero no percibía un salario. EFE