Luis G. Morera |
Santa Cruz de La Palma (EFE).- La Danza de los Enanos de La Palma ha vuelto con la Bajada de la Virgen de Las Nieves marcando no solo el regreso del número más querido de las Fiestas Lustrales, sino también el inicio de un legado para cientos de niños que, por primera vez, han visto danzar a estos míticos personajes.
Tras diez años de ausencia, el número más emblemático de las Fiestas Lustrales de La Palma, ha demostrado una vez más que la emoción y la magia de la transformación a enano sigue vigente, tanto para quienes lo recuerdan fresco en su memoria como para los pequeños que han descubierto por qué es el Enano un símbolo de la isla.
El número que se presentó este año recupera por primera vez la primera parte del espectáculo de 1925, en el que los danzantes aparecen ataviados como reyes antes de su metamorfosis.
Porque eso es lo que ocurre en cada función: una transformación mágica. Basta cruzar la caseta para que el porte real se convierta en frenesí, en una danza imposible, en pura alegría desbordada.
Al ritmo de la legendaria polca compuesta por Domingo Santos Rodríguez, los personajes napoleónicos con cabezas enormes y trajes brillantes asoman uno a uno desde la caseta por la que segundos antes entraron como reyes.
La Danza más esperada de la LXX Bajada fue, más que nunca, un reencuentro. Y no solo con la tradición, sino con esa parte de la infancia y la emoción colectiva que había quedado en pausa desde 2015.

Muchos niños vivieron esta noche su primer encuentro con las míticas figuras de paso corto y ritmo endiablado, cuya silueta han visto desde pequeños en cada rincón de la isla sin saber que esos personajes fantásticos, son reales, pero sólo danzan cuando la Virgen de Las Nieves está a punto de bajar.
Algunos rieron con los ojos muy abiertos, otros se aferraron a las manos de sus padres. Hubo gritos de emoción, algún susto y muchas lágrimas de alegría entre mayores que volvieron a ver, por fin, lo que temieron haber perdido.
Y aunque sobre el escenario había 24 danzarines, eran 30 los seleccionados, con seis suplentes listos para lo que hiciera falta, y por primera vez con dos mujeres danzantes, Gara Lorenzo y Saray Pérez, que también estuvieron a punto de hacerlo en 2020, antes de que el coronavirus apagara las ilusiones.
Cinco años después, su presencia no solo marca un hito: da continuidad al espíritu de renovación que también caracteriza esta tradición.
A medida que las funciones se sucedan esta noche y el sábado 19, cuando regresarán para bailar de nuevo, se irá consolidando el vínculo emocional que esta isla tiene con su número más aclamado.
Porque los Enanos de La Palma no solo representan el ingenio de una escenografía única, ni la proeza de una coreografía trepidante, ni siquiera el atractivo turístico de una tradición centenaria.
Representan el alma de un pueblo que, cada cinco años, se transforma con ellos. Y en ese pequeño cuerpo que tiembla, salta y gira con alegría desmedida, lleva la ilusión y la magia de toda La Palma. EFE