Jorge Morales |
Santa Cruz de Tenerife (EFE).- El cierre definitivo del Cine Víctor el pasado mes de febrero supuso un duro golpe para la vida cultural de Santa Cruz de Tenerife, aunque su legado perdura gracias a Charo Valentí, autora de los carteles de las películas que se estrenaban en esta legendaria sala.
Valentí ilustró durante casi dos décadas los estrenos de grandes éxitos cinematográficos como Rocky, Harry Potter y la Cámara Secreta, Braveheart, Batman Forever, 101 Dálmatas, La Trampa, Lilo y Stich, Quédate a mi lado o Hable con Ella, de Pedro Almodóvar.
Un patrimonio que su sobrino Santiago pretende que no caiga en el olvido y sirva para mitigar el dolor de una doble pérdida: la del Cine Víctor tras 70 años de trayectoria, en los que pasó de proyectar cine comercial al de autor y viceversa, y sobrevivió a un primer cierre; y la de su tía, fallecida en 2022.
En una entrevista con EFE, Santiago explica que a Charo, nacida en A Coruña en 1954, su padre no le dejaba pintar y tenía que hacerlo a escondidas.
Cuando viajó y se instaló en Tenerife pudo dar rienda suelta a su pulsión artística, con la que se ganó la vida como cartelista entre 1996 y 2003.
Cuenta su sobrino que tardaba aproximadamente una semana en pintar los dos carteles que se exponían los días de estreno en la entrada del emblemático Cine Víctor. Aunque en una ocasión apenas le dejaron trece horas de margen por una demora en la autorización.
Como trabajaba en las oficinas de los Multicines Óscar, propiedad también de la empresa que gestionaba el Cine Víctor, tenía contacto con las distribuidoras, que le facilitaban un ‘afiche’ o foto de una secuencia de la película, que luego ella ampliaba hasta 34 veces en sus carteles de 2,40×1,50 metros.
Charo Valentí sentía especial predilección por Walt Disney. «Era muy fan, y cuando más vibraba era cuando le tocaba pintar los carteles de las películas de animación», rememora su sobrino. En cambio, lo llegaba a pasar mal cuando había que ilustrar películas de terror en su soledad de inspiración creativa.
No tenía reparos en reconocer que al ser autodidacta cometía «errores garrafales» que fue solventando, y con el paso de los años aprendió técnicas nuevas y fue mejorando su estilo en los más de cien carteles que llegó a pintar.
Santiago recuerda que su madre tiene una parte de protagonismo en los carteles, pues «pintó mucha brocha gorda» para los fondos, «pero el arte» corría de parte de su tía Charo.
Todo este legado artístico que dejó tras su muerte lo tenía almacenado en su casa en la localidad tinerfeña de El Sauzal y luego se lo llevó en su viaje de vuelta a su A Coruña natal, donde vivió sus últimos diez años y lo guardó con mimo, a salvo de temperaturas extremas y de la humedad.
Su sobrino recuerda que en vida siempre la invitó a montar una exposición fuera de la isla, incluso viajar a Estados Unidos, ya que la mayoría de los actores que retrataba eran de allí, pero no se atrevía a dar el paso y le decía que cuando muriera la colección llegaría a sus manos para que hiciera lo que quisiera con ella.
Ahora que la ha heredado, está «dispuesto a viajar con ella, a custodiarla y acompañarla, y que llegue adonde tenga que llegar», afirma Santiago tras exhibir uno de los carteles más icónicos que pintó su tía, el de la película Hook, en la que Robin Williams encarna al personaje de Peter Pan.
Casualidades de la vida, a Williams le fue diagnosticada tras su muerte la demencia con cuerpos de Lewy (DCL), la misma enfermedad neurodegenerativa que padeció Charo Valentí.

















