Alberto Valdés |
Garachico (Tenerife) (EFE).- Durante siglos, la historia del pequeño municipio de Garachico, situado en el extremo noroeste de Tenerife, ha pasado por la despoblación, la vida rural y el turismo después de que el volcán Trevejo arrasara en 1706 su papel como principal puerto de la isla, un hito que cambió para siempre su legado y que hoy amenazó con repetirse, pero en forma de simulacro volcánico.
Las calles de uno de los pueblos más bonitos de España, como reza un letrero a su entrada, cambiaron este viernes su calma diaria por las sirenas, mientras un despliegue de cerca de mil efectivos de distintos organismos abordaba una crisis que sirvió para poner bajo examen la capacidad de respuesta ante una situación crítica a través de ejercicios que contaron con evacuaciones, confinamientos y accidentes ficticios.
Todo ello coincidiendo con que en la última semana el Instituto Geográfico Nacional (IGN) volvió a constatar la presencia de eventos sísmicos en Tenerife, a una profundidad media de siete kilómetros y con magnitudes muy bajas, que ponen sobre la mesa que no es descabellado pensar que la próxima erupción del archipiélago pueda tener lugar en su isla más poblada.
Los ejercicios comenzaron a primera hora de la mañana, cuando los teléfonos móviles comenzaron emitir una señal de alerta que avisaba del inicio del simulacro que continuó con la movilización de toda la población local hasta el antiguo muelle del pueblo para ser evacuada.
Dentro de este caos organizado, comenzaron a aparecer pequeños problemas “sorpresa” que las autoridades tenían que mantener controladas: ataques de ansiedad, colapso del tráfico, traslado de animales de compañía y atención a personas con movilidad reducida, entre otros.
Todo ello ante la atenta mirada de los evaluadores del programa europeo EU-Modex de protección ante emergencias, quienes han organizado esta actividad para realizar un informe que dictamine los puntos a mejorar de cara al futuro y frente a un riesgo real, tanto para Canarias como para otros territorios.

El papel de la UME
Una vez activados los protocolos, la UME tomó el control de la plaza central de Garachico para desplegar varias carpas para atender a los afectados, al tiempo que llevaron a cabo inspecciones en inmuebles afectados como la iglesia, donde un supuesto temblor derribó una pila bautismal y un altar, así como para poner a buen resguardo los bienes culturales amenazados por las coladas.
Sin embargo, el momento que más miradas y comentarios acaparó fue la simulación de un accidente entre un vehículo y una guagua que se saldó con múltiples víctimas, interpretadas por un grupo de jóvenes con un realismo que estremeció a los presentes, que incluyó gritos de auxilio y carreras de supuestos familiares desesperados por asistirles que ponían en riesgo la operación de rescate.
La rápida respuesta de la Policía Canaria y de la Guardia Civil consiguió mantener la calma, mientras los vecinos grababan desde la acera una escena que parecía sacada de una película, hasta que bomberos y sanitarios llegaron para asistir y trasladar en camillas a los afectados hasta un lugar seguro.
A pocos metros de distancia, en otro de los escenarios, un grupo de agentes analizaba una posible fuga de amoniaco y declaraba una alerta por la presencia de gases perjudiciales para la salud, mientras se daba la orden de confinamiento para el municipio de El Tanque, dada su proximidad.
Por último, los vecinos restantes fueron desplazados hasta el pabellón municipal, donde la Cruz Roja tenía desplegado un dispositivo para darles cobijo y mantener el control de la situación, en la que de forma simulada se contaba con 188 viviendas arrasadas y con una columna de ceniza de 8 kilómetros de altura.
La presidenta del Cabildo de Tenerife, Rosa Dávila, indicó tras el simulacro que la isla cuenta con una “maquinaria bien engrasada” y aseguró que la respuesta se mejorará a partir de esta experiencia, pero tanto ella como el resto de representantes de organismos vinculados coincidieron en señalar que Tenerife es un lugar más seguro después del desarrollo de esta actividad.

Un riesgo muy presente
Porque en la mente de los canarios aún permanece vivo el recuerdo del rugido del volcán Tajogaite en La Palma, pero aún más, especialmente para los tinerfeños, la admiración y temor ante la posibilidad de que algo similar ocurra en los alrededores del “papá Teide”, como se le conoce popularmente al punto más alto de España, una imponente presencia en su geografía que ha alimentado cuentos, mitos y leyendas.
Una de ellas, la más famosa, narra que los guanches, los antiguos pobladores de Tenerife antes de la llegada de los conquistadores castellanos, creían que en su interior se encontraba Guayota, un demonio capaz de convertir la luz en oscuridad y arrasar con toda la vida su paso, esperando su oportunidad para volver a escapar.
Una amenaza que fue neutralizada gracias a la ayuda de Achamán, el ser supremo en la mitología aborigen, pero que nunca ha dejado de intimidar a los canarios, quienes gracias a este simulacro ahora no tendrán que recurrir al cielo para asegurar su salvación. EFE