Santa Cruz de Tenerife, 8 may (EFE).- El director técnico del Palmetum de Santa Cruz de Tenerife, Carlo Morici, ha asegurado este jueves que la capital tinerfeña es una ciudad muy verde que debería ser un desierto, por sus características de suelo y clima.
Carlo Morici, que ha comparecido en la comisión de Transición Ecológica del Parlamento de Canarias para dar su opinión sobre la proposición de ley de iniciativa popular de protección del arbolado urbano, ha alertado de que el 34% del arbolado de la capital se hace solo con cuatro especies y tres de ellas tienen plagas más o menos graves: la palmera canaria, el laurel de indias y el flamboyán.
«Estamos en una absoluta emergencia» que se puede relacionar con el nuevo escenario climático y con las nuevas plagas que circulan por todo el mundo, lo que hace que el laurel de indias, que se está muriendo en la parte baja de la rambla de Santa Cruz de Tenerife, ya no crece y habrá que sustituirlo, ha señalado.
Por este motivo, ha adelantado que se van a talar laureles y jacarandas, entre otras especies, antes de que se mueran y se desplomen.
Para el director técnico del Palmetum, en Santa Cruz de Tenerife hay un arbolado «muy repetitivo» sensible a nuevas plagas que no han parado de llegar y a las que no se resilientes, a excepción de los casos del parque García Sanabria y el Palmetum.
Además, ha continuado, hay «un gran sentimiento popular» y «cosas mal hechas» en «lugares puntuales».
«Cada día veo cosas que me horrorizan», ha afirmado el director técnico del Palmetum, quien se ha referido a algunas podas que se han hecho de los flamboyanes, por lo que, ha agregado, entiende que «la gente pueda explotar».
También ha criticado que se favorezcan grandes espacios sin árboles para organización de eventos y para la instalación de placas fotovoltaicas en lugar de plantar ficus, que podrían cubrir 500 metros cuadrados.
Por ejemplo, la plaza del Auditorio de Tenerife podría ser «un bosque enorme» sobre el mar.
El catedrático de Botánica de la Universidad de La Laguna José Ramón Arévalo también ha comparecido en la comisión, y ha señalado que el arbolado urbano tiene una función «utilitarista» por parte de los ciudadanos, que pueden disfrutar de ellos.
Dar sombra, el mantenimiento de la humedad, confort y otros aspectos «románticos» son algunos de los beneficios del arbolado en las ciudades, ha señalado.
El especialista en ecología ha advertido de que a lo mejor se están protegiendo algunas especies exóticas, como puede ser el caso de la palmera datilera, «con carácter invasor» y que «llegan a alterar la genética de las especies».
Según ha detallado, la palmera datilera es «un factor de alteración de la palmera canaria» y los eucaliptos, que, aunque no son invasores, pueden tener un impacto en las condiciones naturales y, por lo tanto, su conservación no tiene tanto interés.
A su juicio, habría que orientar el arbolado urbano a las especies nativas, aunque es más complicada su integración dentro de las ciudades, que en la actualidad tiene un alto carácter exótico, ha denunciado.
Además, ha indicado que el borrador debería incluir «una lista negra» con las especies que no se deberían de utilizar de forma ornamental ni de importar a Canarias, o al menos «una lista blanca» con las que se sabe que no van a tener un carácter disruptor dentro del ecosistema.
Ha manifestado también que la seguridad debe ser el primer elemento a considerar dentro del arbolado humano, por lo tanto, ha señalado si hay árboles exóticos con problemas de seguridad o se necesita construir infraestructuras públicas «habría que tener bastante flexibilidad para poder eliminarlos».