Cristina Magdaleno |
La Laguna (Tenerife) (EFE).- John C. Mather (Virginia, Estados Unidos, 1946), Premio Nobel de Física en 2006 y uno de los padres del telescopio James Webb, asegura que, lejos de retirarse, aún continúa teniendo ideas para nuevos observatorios, especialmente aquellos «híbridos» que funcionan con partes tanto en tierra como en el espacio y admite que algunas de ellas son «alocadas».
Mather, que se encuentra en Canarias tras participar en el festival Starmus de La Palma y ser nombrado doctor ‘honoris causa’ de la Universidad de La Laguna, también se pronuncia en una entrevista con EFE sobre los retos que tiene la NASA por delante, la llegada a Marte y la búsqueda de vida fuera de la Tierra.
Pregunta: Hasta ahora, ¿qué es lo que más le ha sorprendido y hecho replantearse cosas con el telescopio James Webb?
Respuesta: Aún estamos al principio, pero hay lugares fascinantes, como los satélites de Júpiter en los que hay dióxido de azufre en la superficie o, en el caso del satélite Europa, dióxido de carbono. Son hallazgos interesantes porque podrían tener signos de vida en los océanos bajo el hielo.
P: ¿Se puede pensar en un marco temporal para poder afirmar con certeza que hay vida fuera de la Tierra?
R: Es imposible estar completamente seguros, pero si queremos acercarnos a esa certeza tenemos que construir un telescopio capaz de ver oxígeno en la atmósfera de otro planeta parecido a la Tierra, o bien ir a un planeta como Marte, traer una muestra y decir: «Esto está vivo». No es imposible, y de hecho queremos hacerlo, pero aún no estamos tan cerca.
P: El telescopio Hubble superó su vida útil inicial. ¿Podemos esperar lo mismo del Webb?
R: Esperamos que el Webb funcione durante 20 años. Estamos limitados por la cantidad de combustible que lleva, pero no se está agotando rápidamente. Así que, si tenemos suerte, podría durar más de esos 20 años.
P: El Webb es fruto de la colaboración entre Estados Unidos, Canadá y la Agencia Espacial Europea (ESA). Estamos en tiempos convulsos a nivel geopolítico y también para la ciencia… ¿Cree que hoy sería posible un proyecto así?
R: Muchas cosas siguen siendo posibles, pero el mundo hoy es más caótico que hace un año. En Estados Unidos hay nuevos políticos al mando y no sabemos qué harán. Algunos estamos preocupados, pero no todos. El Congreso aún no ha aprobado el presupuesto y es quien decide a dónde va el dinero.
P: ¿Es optimista con respecto a que no se recorten los fondos de la NASA?
R: Tengo esperanzas, pero no lo sé. No tengo información interna.
P: En su charla en el festival Starmus dijo que el término ‘Big Bang’ no le convence, que prefiere hablar de «universo en expansión». ¿Por qué?
R: Porque lo que vemos es que las galaxias se alejan unas de otras. Si retrocedes en el tiempo, parece que todo estaba más junto. Pero no ocurrió en un lugar, sino en todas partes. «Big Bang» sugiere una explosión en un punto concreto, y eso no es lo que vemos. Vemos el universo infinito expandiéndose sobre sí mismo.
P: Supongo que el concepto de ‘Big Bang’ encaja bien con nuestra idea lineal del tiempo y el espacio. ¿Cómo se puede cambiar esa percepción?
R: Einstein ya nos dijo que el tiempo es más complejo, que depende del movimiento. Eso lo sabemos desde hace más de un siglo. Medimos el espacio y el tiempo con ondas de luz. Es un fenómeno curioso y sigue siendo misterioso.
P: En cuanto al futuro de la exploración espacial, algunos dicen que no hay que elegir entre la Luna o Marte. ¿Qué opina?
R: Creo que primero debemos ir a la Luna porque es más fácil. Si no, no podremos ir a Marte con seguridad. Necesitamos aprender a construir hábitats, cultivar, extraer recursos, protegernos de la radiación… Construir un invernadero allí es un reto enorme. Y ahora es imposible volver desde Marte porque no podemos llevar suficiente combustible. Habría que fabricar oxígeno allí, algo que estamos empezando a explorar. Es complicado, y enviar personas en un viaje solo de ida no es aceptable para la NASA, aunque haya gente dispuesta.
R: Durante Starmus se le vio escribiendo ecuaciones en medio del público. ¿Qué le sigue motivando para hacer ciencia?
R: Tengo algunas ideas para nuevos observatorios, nuevas formas de observar el universo, como los “observatorios híbridos”, es decir, un telescopio en tierra que trabaja en conjunto con algo en el espacio para mejorar su funcionamiento. Una idea simple sería poner una bombilla estándar en el espacio, una fuente de luz calibrada, para poder medir exactamente cuán brillantes son las estrellas.
P: No parece sencillo…
R: También podríamos ampliar el Event Horizon Telescope, que mide y toma imágenes de agujeros negros con una antena en órbita, que sería muy útil. Una antena adicional en el espacio ayudaría a obtener mejores imágenes… Otra idea muy alocada o atrevida sería colocar una “sombra estelar” en órbita, que proyecte la sombra de una estrella sobre el telescopio en la Tierra. Así podríamos ver planetas como la Tierra orbitando estrellas como el Sol, el sueño hecho realidad de cualquier astrónomo. Nos ayudaría a detectar signos de vida.
P: Suena a que todavía queda mucho por hacer.
R: Al menos un siglo más de trabajo antes de que nos quedemos sin ideas. Y en ese tiempo tendremos nuevas herramientas, como inteligencias robóticas capaces de construir telescopios, que hoy suena a ciencia ficción.
P: ¿Y qué papel cree que tendrá la inteligencia artificial en esto?
R: Aún no tenemos inteligencia artificial real. Tenemos lenguaje en los ordenadores. Pueden traducir, hablar, pero no son realmente inteligentes. Podría surgir una inteligencia artificial general, capaz de aprender como una persona, y esa clase de inteligencia sería tan impredecible e interesante como los humanos. Por ahora, usamos ordenadores como herramientas, pero los humanos siguen al mando.
P: ¿Cuál ha sido su momento más emocionante como científico?
R: Ver funcionar el satélite COBE y confirmar nuestras ideas sobre la radiación cósmica de fondo fue impresionante. Ver el espectro confirmar el modelo del universo primitivo fue increíble. También hicimos el primer mapa del cielo con ese material del ‘Big Bang’, que nadie había hecho. Y, por supuesto, ver las primeras imágenes del Webb. Éramos unas 40 personas en la sala y vimos una estrella perfectamente enfocada y miles de galaxias detrás. Supimos entonces que todo el trabajo de 25 años había valido la pena. EFE