Las personas pueden presentar sintomatología que abarca desde una leve bajada de ánimo, fatiga o desmotivación, hasta irritabilidad o dificultades de concentración
Los expertos recomiendan reincorporarse de forma progresiva, evitando cargas excesivas el primer día
Con la finalización del periodo estival y el comienzo de la rutina laboral y académica, es común experimentar ciertos síntomas emocionales y físicos asociados al cambio de ritmo tras las vacaciones, una reacción comúnmente llamada ‘depresión postvacacional’, que no está identificada como diagnóstico clínico, pero sí es conocida como una respuesta adaptativa pasajera que se resuelve de manera espontánea.
Los profesionales del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, centro adscrito a la Consejería de Sanidad, explican que la sintomatología abarca desde una leve bajada de ánimo, fatiga y desmotivación hasta irritabilidad o dificultades de concentración.
Detallan que estos efectos suelen desaparecer en unos pocos días o semanas, conforme el organismo y la mente se readaptan a la rutina, aunque advierten de que si los síntomas se prolongan más de dos semanas o afectan de manera significativa a la vida diaria, podría tratarse de un problema más serio y recomiendan acudir a un profesional de la salud mental.
Factores de riesgo
El equipo de psiquiatras y psicólogos clínicos que integra este servicio expone que este proceso puede afectar a cualquier persona, aunque es más frecuente en aquellas que sientan insatisfacción en su trabajo o sus estudios, mantienen altos niveles de estrés, carecen de hábitos de autocuidado o enfrentan demandas profesionales excesivas.
Para facilitar el regreso y reducir el malestar, los expertos recomiendan reincorporarse de forma progresiva, evitando cargas excesivas el primer día, además de tratar de realizar hobbies o actividades sociales que evadan la mente.
Asimismo, recomiendan planificar la vuelta con antelación para evitar imprevistos y sobrecargas, introduciendo pequeños cambios en la rutina, y cuidar de los hábitos de sueño y la alimentación, además de realizar ejercicio.
Entre los errores más habituales al volver a la rutina destacan la tendencia a retomar el ritmo a toda velocidad, acumular tareas para “recuperar el tiempo perdido”, descuidar el descanso y caer en la autoexigencia excesiva.
Desde el servicio subrayan que la clave es aceptar el proceso de adaptación como algo natural, mantener expectativas realistas y priorizar el autocuidado, lo que permite afrontar este período con una mejor actitud mental y emocional.
Niños y adolescentes
En el caso de los escolares, también es común observar cierta resistencia o nerviosismo al inicio del curso, por lo que se aconseja a los padres recuperar progresivamente los horarios de sueño y comidas, validar las emociones de sus hijos, transmitirles el entusiasmo por un nuevo comienzo e implicarlos en la preparación del regreso.