
El otro día me pasó algo curioso en una cafetería. Estaba sola, disfrutando de un café tranquilo, cuando en la mesa de al lado una chica hablaba por teléfono. Y dijo, con una seguridad que me sacó una carcajada:
“Mira, yo tengo claro que a partir de ahora solo me voy a rodear de gente que sume… porque ya bastante resta me hace mi cuenta bancaria.”
¡Qué flow tenía la chica! Me hizo reír y pensar. Porque si lo analizamos bien, todos hemos pasado por ahí: por ese momento de querer hacer limpieza emocional, como cuando haces un cambio de armario y decides soltar lo que ya no abriga.
Y justo hoy, que celebramos el Día del Libro, quiero hablar de eso:
de las personas que suman… como los buenos libros.
Este no es un día solo para hablar de literatura. Es también para recordar que la vida se parece mucho a una novela: capítulos, tramas inesperadas… y personajes.
“Si miramos a nuestro alrededor, hay personas que parecen sacadas de una novela de aventuras: impredecibles, caóticas, intensas.”
Y otras, por el contrario, son como poemas: suaves, tranquilas, que “te acarician con una palabra.”
Y luego están esas personas que, como tus libros favoritos, “te dejan mejor de lo que te encontraron.”
Son aquellas que “te escuchan con atención, como si cada palabra tuya mereciera estar subrayada.”
Y aunque pase el tiempo, cuando vuelves a encontrarlas, es como si retomaras la lectura justo donde la dejaste.
No hacen falta grandes discursos.
A veces, solo con estar, ya están escribiendo un capítulo bonito en tu vida.
Por contraste, también hay personas que son como esos libros que empiezas… y sabes que no son para ti.
“Te saturan, te drenan, te dejan enredado en bucles de trama que no avanzan.”
“Te hacen dudar de ti, te juzgan entre líneas o simplemente no conectan con tu historia.”
Y no pasa nada.
“No todos los libros son para todos los lectores. Ni todas las personas están hechas para acompañarte en cada etapa de tu vida.”
Así que hoy te propongo algo sencillo pero profundo:
Haz tu propio “club de lectura emocional”. Contigo misma, contigo mismo.
¿Qué personas te inspiran, te hacen crecer, te aportan luz?
¿A qué vínculos les pondrías un marcapáginas dorado… y cuáles cerrarías como quien da por terminado un capítulo que no aporta?
¿Estás tú siendo un buen libro para los demás?
Porque también somos lectura para quienes nos rodean.
¿Y tú? ¿Qué historia estás escribiendo con tu forma de mirar, de hablar, de escuchar?
Y para terminar, una imagen:
Así como hay libros que regalamos porque nos han tocado el alma,
también podemos regalar nuestra presencia, nuestras palabras y nuestro cuidado,
como un capítulo amable en la historia de alguien más.
“Ojalá te rodees de personas que te lean con calma, que no quieran corregirte todo el rato, que no pasen las páginas de tu vida con prisa…”
“…sino que se queden contigo, en tus mejores párrafos y también en tus puntos suspensivos.”
Porque como dijo Borges:
“Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído.”
Y como dice Carolina Simón:
“Uno también es lo que es por las personas que elige tener cerca.”
Feliz Día del Libro… y feliz vida, llena de historias que te hagan vibrar.