Pablo Herrera |
Pozo Izquierdo (Gran Canaria) (EFE).- Con la mirada puesta en la 37 edición de la Gran Canaria Gloria Windsurf World Cup, la leyenda Björn Dunkerbeck, con 42 títulos mundiales en su bolsillo, también tiene tiempo para mirar atrás «con una sonrisa» por lo que ha conseguido en el deporte de la vela a través de un secreto: «una combinación entre estilo de vida, aventura y satisfacción».
En una entrevista con EFE, Dunkerbeck (Ribe, Dinamarca, 1969) relata que su carrera profesional, que empezó en 1986 con 16 años, ha sido una experiencia «buena, dura y muy larga» que le ha llevado a ganar 42 títulos mundiales en 30 años de dedicación plena al Circuito Mundial de windsurf en un deporte que entró a su vida en 1978.
Tras enamorarse sus padres del windsurf en Dinamarca, se trasladaron a Gran Canaria a vivir, donde Björn Dunkerbeck y su hermana Britt, 17 veces campeona del mundo, dieron sus primeros pasos sobre la tabla en la charca de Maspalomas, y de ahí al Campeonato del Mundo en apenas ocho años.
Su paso por las competencias mundiales no pudo ser más exitoso: a partir de 1988 ganó doce años consecutivos la general del campeonato con más de treinta títulos en las disciplinas individuales de olas, eslalon, estilo libre y ‘racing’, una cadena de triunfos que estiró hasta 2015 antes de centrarse en la modalidad de velocidad y meterse entre ceja y ceja batir los 100 kilómetros por hora.
El récord de velocidad
Un hito que pulverizó en noviembre de 2021, con 52 años, al alcanzar en el canal de Lüderitz, en Namibia, los 103,68 kilómetros por hora, lo que supuso «una de las metas más bonitas» de su carrera y que consiguió tras «mucha preparación y motivación» y un arduo trabajo en la colocación de la vela según el ángulo del viento, la mejora «años tras año» de la tabla y la eficiencia durante los 500 metros.
«Siempre fui aficionado a la disciplina de velocidad. Ya en 1993, en Tarifa, batí el récord del mundo en los 500 metros en plena competición, siendo el primero en ir por encima de 80 kilómetros por hora. En el 2000 intenté batir 50 nudos (92,6 Km/h), para lo que tardé diez años en lograrlo, en Sotavento (Fuerteventura)», rememora con emoción.

Para alcanzar la friolera de 42 mundiales, profundiza, la receta es clara: «creer que puedes y trabajar para conseguirlo, y luego navegar bien en todas las disciplinas para sumar», una práctica que lamenta que se está perdiendo con deportistas cada vez más especialistas de una modalidad del windsurf.
Precisamente esta versatilidad sobre la tabla permitió a Björn Dunkerbeck ganar en varias ocasiones cinco títulos en un mismo año, «un hito que nadie ha conseguido ni lo conseguirá porque nadie practica ya todas las disciplinas», resalta el danés, criado y afincado en Gran Canaria.
La transformación de Pozo Izquierdo
44 años dan para mucho, tanto como para construir un legado del que se siente «muy contento» como para crear una sociedad en Pozo Izquierdo a raíz del windsurf, un lugar «donde no había nada y apenas vivían 20 o 30 personas regularmente en el pueblo» y ahora habitan cientos de personas gracias a un deporte que ha experimentado un auge exponencial en Canarias.
Y si el windsurf ha crecido en la isla es, en buena medida, por los Dunkerbeck que, tras arribar a Gran Canaria, pusieron su empeño en formar y mostrar el deporte a miles de canarios que han pasado por la costa de Santa Lucía de Tirajana, «cuando antes no habría más de cinco windsurfistas», y en organizar la prueba mundialista de Pozo Izquierdo, impulsada por Eugene y Ulla Dunkerbeck, padres de Björn.
«Hay mucha gente que sí aprecia y sabe ver el legado de mi familia, pero hay muchísima más que no sabe quiénes somos. El deporte que tenemos de mar, tanto de vela como de windsurf, se podría maximizar para que los canarios vengan a visitar las costas, aprendan la disciplina y se aprovechen las buenas condiciones de mar y viento que presentan las islas», reflexiona.

Sin embargo, Dunkerbeck asegura que el freno al windsurf en Canarias lo pone «la falta de infraestructuras», incapaz de hacer frente a lugares como Tarifa (Cádiz), el Caribe o el Mar Rojo, donde se cuenta «con todas las facilidades, mientras que en Gran Canaria tenemos que dar las gracias si nos habilitan una rampa de madera para acceder a la playa».
Un trabajo con la cantera, lastrado
El campeón del mundo lamenta la «pena» que supone el potencial perdido en un archipiélago que «por condiciones y talento» está a la vanguardia del deporte de vela, pero donde «la nula mejoría en 20 años» ralentiza el trabajo con la cantera: «No hay ninguna otra isla con tantos títulos mundiales como Gran Canaria, pero no se valora lo suficiente».
Una cantera que ha ofrecido un nuevo mimbre para pensar en coronas mundiales y para agrandar la leyenda del apellido Dunkerbeck, con su hijo Liam, tres veces campeón del mundo júnior, al que opta por «dejar volar, pero con acompañamiento, para que el camino sea lo más fácil posible» y consiga los éxitos que por potencial y esfuerzo apunta a sellar en los próximos años.
«Estoy muy orgulloso de Liam, sé que el legado familiar está en muy buenas manos. Liam está muy motivado para este año y su participación en la 37 Gran Canaria Gloria Windsurf World Cup, donde compartirá agua con mi hijo pequeño Daniel, de 13 años», presume con una sonrisa.
Tras un frenesí de éxitos durante más de 30 años, a Björn Dunkerbeck le sigue moviendo su pasión por el windsurf, el deseo de «seguir organizando este evento y empujar para mejorar Pozo Izquierdo y Playa de Vargas» para crecer «diez veces más» facilitando el acceso a una costa «casi inaccesible por ser muy rocosa», lo que permitiría «impulsar muchísimo» la práctica del deporte en Gran Canaria.
En el plano deportivo, donde no se da por retirado pese a sus 55 años, la mirada de Dunkerbeck enfoca hacia noviembre con el objetivo de mejorar los 103,68 kilómetros por hora de su marca de velocidad y conseguir más de 100 de media durante los 500 metros del canal. EFE