Rodrigo García |
Las Palmas de Gran Canaria (EFE).- La Unión Deportiva Las Palmas ha consumado el descenso matemático a la Segunda División a dos jornadas del final en LaLiga EA Sports 2024-2025 tras una nefasta segunda vuelta, en la que solo ha sido capaz de ganar dos partidos, ambos en el mes de abril, en la temporada en la que está celebrando el 75 aniversario de la fundación del club.
El equipo amarillo, que cayó el martes ante el Sevilla en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán (1-0), ya solo podría igualar los 38 puntos del Deportivo Alavés, que este miércoles ha vencido al Valencia por ese mismo marcador, y con el que tiene perdido el ‘gol-average’ particular.
El conjunto grancanario regresa así a la categoría de plata solo dos años después de su último ascenso, logrado en mayo de 2023, en una campaña que ha estado marcada por la pérdida de su identidad futbolística, con una efímera etapa del catalán Luis Carrión en el banquillo -los nueve primeros partidos, en los que no conoció la victoria-, y una posterior del gallego Diego Martínez, de más a menos hasta consumarse el descenso.
Aunque con un estilo de juego diferente, mucho más protagonista del juego, Las Palmas ya había dibujado la campaña anterior, con Xavi García Pimienta como entrenador, una segunda vuelta con registros en los que flirteó con el descenso.
De hecho, solo el colchón de puntos que obtuvo en la primera mitad liguera y una permanencia muy barata le salvaron del desastre deportivo.
A su llegada a la Unión Deportiva el pasado mes de octubre, Diego Martínez encontró los puntos antes que el fútbol, con seis victorias en nueve partidos, para acabar la primera vuelta con 22 unidades y seis de margen sobre la zona de descenso. Sin embargo, la sensación que desprendía su juego era la de un «pan para hoy y hambre para mañana» que ha terminado por confirmarse siete meses después.
El parón navideño también supuso un frenazo a esa inicial trayectoria positiva en cuanto a resultados, que no a juego. Comenzó 2025 y con él, la caída libre del equipo, con solo dos triunfos que no llegaron hasta el cuarto mes del año, ante Getafe (1-3), contra un rival en inferioridad numérica desde la primera parte, y Atlético de Madrid (1-0), gracias a un insospechado gol en el minuto 90 cuando ya daba por bueno el empate; seis puntos consecutivos con los que parecía aferrarse a la categoría.
El conjunto isleño falló quizá cuando menos se esperaba, en dos partidos seguidos en casa, frente a Valencia (2-3) y Rayo Vallecano (0-1), en los que no estuvo a la altura que demandaba la situación y que minaron de forma casi definitiva unas posibilidades de salvarse que terminaron de diluirse con su derrota de este martes en Sevilla (1-0), y el triunfo del Alavés sobre el Valencia, un día después, con ese mismo marcador.
El equipo amarillo ha evidenciado muchas carencias en su comportamiento defensivo, en particular en la línea más retrasada, sin laterales específicos ni recambios de garantías, un problema que no consiguió corregir con el fichaje en enero del francés Andy Pelmard, con nula incidencia.
La Unión Deportiva ha sobrevivido como un equipo excesivamente dependiente de las genialidades de Alberto Moleiro o de la irrupción goleadora del portugués Fábio Silva, cuya baja por lesión en el tramo final del campeonato, junto a la del guardameta neerlandés Jasper Cillessen, explican también el desenlace final.
Esas dos notables ausencias se unieron a la inesperada de su capitán, Kirian Rodríguez, quien a principios del pasado mes de febrero anunció la recaída en su enfermedad, lo que supuso un golpe anímico para todo el entorno del club.
La UD Las Palmas se marcha a Segunda División con siete futbolistas internacionales en su plantilla y -paradojas del fútbol- pese a ser capaz de puntuar ante los tres gigantes de Primera División, el Real Madrid (1-1 en Gran Canaria), el FC Barcelona (1-2) y el Atlético de Madrid (1-0), pero también como el segundo peor equipo de la segunda vuelta, con solo diez puntos sumados, únicamente por delante del colista Real Valladolid, con el que ahora comparte destino y penas. EFE